Hemos estado como pegados con cemento a nuestras televisiones. Las redes de noticias internacionales hablan única y exclusivamente de lo que está pasando en Egipto. Para mañana se está convocando una Mega Protesta, donde se espera se reúnan más de un millón de egipcios y lo que se espera es que el dictador eterno egipcio, Hosni Mubarak tenga que salir corriendo del país, como ya lo hicieron miles de egipcios ricos, incluyendo a toda su familia.
Todo comenzó cuando una ola repentina de protestas antigubernamentales comenzó a remenear todo el mundo árabe: Argelia, Marruecos, Egipto, Jordania y hasta Yemen. Si esto sigue así, no se sorprenda nadie de que esta ola de descontento llegue hasta Arabia Saudita. Así son estos tiempos, tal y como la Biblia anunció que sucedería en los tiempos del fin. La gente anda de aquí para allá, apegada a sus pequeños dioses, a sus sueños pasajeros, a esperanzas efímeras, a sistemas sociales-políticos, a ideologías falibles...
El tirano Mubarak ha masacrado a miles de miles de egipcios en los últimos treinta años. Todo el que se le opone desaparece. Ha gobernado con vara de hierro a un país sumamente rico en recursos naturales e historia, pero enterrado en la miseria y en la represión. Mubarak ha salido electo "presidente" cinco veces, pero en cada una de las elecciones él ha sido el único candidato en la boleta.
Por su parte, el pelele de Obama ha mostrado que le falta la fibra de gobernante que le sobraba a su predecesor, a un hombre, que si bien poco sofisticado, tenía una visión clara de hacia dónde debía dirigirse la política exterior estadounidense. Días antes de la erupción en Egipto, el despistado de Joe Biden, vicepresidente norteamericano, cuando se le abordó sobre la posición oficial del gobierno de Obama sobre Mubarak, dijo:
"Mubarak ha sido un aliado nuestro en un sin número de situaciones. Él ha sido muy responsable en lo relacionado con los intereses geopolíticos de la región, en nuestros esfuerzos por obtener la paz en Oriente Medio; las acciones que Egipto ha tomado en lo relativo a Israel... así que no, no me referiría a él como un dictador."
Pero como es característico de los gobiernos liberales (i.e. Bill Clinton, Obama), lo que se entiende que será más popular es lo que se hace, aún cuando se violenten valores y principios fundamentales que se supone que EE.UU. debería promover, así como la libertad y la democracia. Al día siguiente, después de comenzar y crecer las protestas, Obama declara que su "gobierno está preocupado por la falta de democracia y la libertad del pueblo egipcio".
El problema con la discrepancia entre el vice y el presi, es que o estás con Dios o estás con el diablo, pero no puedes estar con los dos al mismo tiempo. Si EE.UU. ha estado regalando más de mil quinientos millones de dólares anualmente al régimen de Mubarak, ¿cómo es que ahora, de repente y porque es conveniente, están también preocupados por la falta de libertad que ese mismo líder evita que su pueblo tenga?
Tal y como pasó con Venezuela, la política exterior norteamericana ha fomentado a líderes pusilánimes por años, siempre y cuando esos líderes mantengan el estatus quo: petróleo barato, estabilidad económica a cualquier precio y garantía de sus intereses. Pero al hacerlo, también han hecho que la gente, hastiada, se vuelque hacia regímenes peores: regímenes comunistas, marxistas, ultranacionalistas, socialistas... islámicos.
En estos mismos momentos, horas antes de la Mega Marcha, hay grupos radicales islámicos, Al Qaeda, Hermandad Islámica, Hezbollah, Hammas, etc., trazando estrategias para aprovechar el caos y la desesperación de la gente y así como sucedió en Irán, Turquía, Líbano, etc., tomar el poder y colocar líderes islámicos radicales que viven para una sola misión en la tierra: ¡Destruir a Israel!
Léase los medios israelíes. No hay pánico incontrolable, pero se nota un nerviosismo soterrado por la incertidumbre sobre quién se hará del poder en un país vecino, poderoso, rico y estratégicamente localizado. No conviene tener a Egipto como enemigo con psicóticos como Mahmud Ahmadineyad al mando. ¡No!
Un enemigo en Egipto significa que no hay armas, tropas, pertrechos que Hezbollah y Hammas necesiten, que Irán no se las haga llegar.
Sin embargo, Egipto casi no se menciona como un protagonista en los días del fin. Aunque sí jugó un papel esencial en las guerras árabe-israelí del 1948, 1956, 1967 y 1973, parecería lógico que aunque no se mencione por nombre, Egipto estará presente en el nubarrón árabe-ruso que nos profetiza Ezequiel 38.14.
Es triste que Israel tenga que ser el blanco de este plan satánico para que nosotros sepamos que nuestra redención se acerca, sin embargo, a Israel también se le promete liberación divina en el momento de la tribulación.