Muchos de los que hoy hemos sido salvos, antes éramos personas amargadas, llenas de problemas psicológicos, con orgullo enclavado en nuestros corazones y lo peor de todo, éramos personas que echábamos la culpa a Dios por todo lo malo que nos sucedía. Yo me declaro culpable de haber resistido el amor de Dios y su llamado por mucho tiempo antes de rendir mi vida totalmente a Él. Hubo ocasiones que mientras compartía con mis "amigos" llegué hasta el punto de utilizar epítetos cuyo único objetivo era denigrar a Dios y a su Espíritu.
¿Cuántos de los que leen este artículo se confiesan partícipes de este pecado antes de venir a Jesús? ¡Creo que habrá muchos! La realidad es que antes de venir a Jesús todos andábamos perdidos. Claro está que pensábamos que teníamos la razón, pero siempre que rompíamos las leyes divinas algo en lo profundo de nuestras consciencias nos decía que lo que estabamos haciendo no estaba bien. La realidad, si embargo es que todo el que no ha encontrado a Jesucristo y no lo ha confesado como su Señor y Salvador, es tan pecador como el criminal más grande de todos los tiempos y merece el infierno.
La Biblia nos dice que "Todos hemos pecado y TODOS quedamos cortos de la gloria de Dios". Note la naturaleza inclusiva de esta declaración. ¡Todos hemos pecado! Sin embargo, la diferencia entre los pecadores que no conocen a Jesús y los que le conocemos, es que nosotros tenemos "Abogado" antes Dios. Pero los demás pecadores, lamentablemente no desean que Él abogue por ellos ante el tribunal divino.
Si usted es uno de aquellos que todavía se siente perseguido por la culpabilidad debido a las cosas malas y las declaraciones inapropiadas que hizo antes de venir a los pies de Cristo, ¡ES HORA QUE SE ARREPIENTA DE SU FALTA DE FE y le permita a la Sangre de Cristo limpiarlo de un todo! Es hora de que se perdone a sí mismo, ya que Dios le ha perdonado.
Si usted ha confesado que es un pecador. Si usted ha confesado que Jesús es el hijo de Dios, que murió por sus pecados, que fue crucificado en un madero hace aproximadamente dos mil años, que resucitó de entre los muertos, que ahora se encuentra a la diestra del Padre intercediendo por usted, que le ha proporcionado al Consolador, al Espíritu de Dios para que le guíe en su vivir cristiano, ¡Usted está totalmente salvo y ha sido perdonado!
"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna." 1 Juan 5:13
Si usted todavía siente remordimientos y culpabilidad por supuestas palabras pasadas que pudieron haber representado "calumnias contra el Espíritu de Dios", ese remordimiento y esa culpa no son de Dios. Una vez Cristo la perdonó, usted tiene que perdonarse a sí misma y dejar lo viejo en el pasado. ¡Usted es una criatura nueva!
"Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él." Romanos 6: 6-8
Pero ahora es su decisión. ¿Desea usted tomar el arado y presionar hacia adelante o se sentará bajo un árbol a llorar por errores pasados? Lo último es lo que a Satanás le gustaría que usted haga. Así anula un guerrero que de no ser por estar sumido en esa fiesta de pena propia podría ser un guerrero que se encuentre ganando almas para el Reino de Dios.
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas." 2 Cor. 5:17
Si usted está en Cristo, es hora de enterrar a ese viejo hombre y resucitar al nuevo hombre junto con Jesús.
¿Qué tal de una persona que sienta los impulsos de maldecir al Espíritu de Dios aún siendo cristiano?
Si este sucede uno de dos casos se podrían presentar:
 1. Que esta persona esté poseída por un espíritu demoniaco. Para deshacerse de este grave problema, se requiere que usted desee que el espíritu se marche de su vida. Muchas veces decimos con nuestra boca que ese es nuestro deseo, pero seguimos regresando a algún pecado, que es el que causa que el espíritu demoniaco esté en nosotros en primero lugar. Una vez usted tome la decisión de librarse de esta influencia maligna, diríjase a una iglesia en que se crea toda la Palabra de Dios y los hermanos orarán por usted y echarán fuera ese demonio.
Yo dudo mucho que una persona que cumpla con la descripción hecha en esta sección sea salva. Cuando una persona está poseída por un demonio, el Espíritu de Dios no está presente en ese cuerpo, ya que si lo estuviera, ya hubiese expulsado al demonio de su cuerpo. Pero en todo caso, acepte a Jesús en su vida, dé los pasos anteriores y ellos de seguro serán suficientes para librarle de esa dependencia.
Una de las formas de saber si usted no está poseído, sino solamente atormentado es confesando a Jesucristo como señor. La Palabra dice que nadie glorifica al Hijo a no ser que sea a través del Espíritu de Dios.
2. La segunda posibilidad es que usted haya nacido de nuevo en Cristo, pero que usted no esté haciendo nada por "renovar su mente".
En este sentido, Pablo nos dice que la principal tarea del creyente una vez viene a los pies de Cristo es renovar su mente, lo que equivale a cerrar la puerta de su espíritu a Satanás y sus tentaciones.
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad." Efesios 4:22-24
Uno de los errores que muchos nuevos creyentes cometen es que cuando conocen a Jesús y la dulzura de su salvación, se lanzan a una búsqueda virtualmente desenfrenada detrás de cada actividad donde ellos crean que pueden llenar el vacío espiritual que traen consigo del mundo antiguo donde vivían. Pero aunque buscar esto es beneficioso, no es suficiente para "renovar nuestras mentes". Renovar nuestras mentes a través de la Palabra de Dios es lo que hace que lo que salga de nuestras bocas sea siempre puro. Esto es lo que hace que lo que entra a nuestro alma sea filtrado por la Palabra de Dios que ahora es la que reside y rige nuestros sentidos, nuestras evaluaciones y nuestra visión de la realidad y del mundo.
Cuando llegan momentos en que la carne desea claudicar, busque refugio en las promesas del Señor renovando su mente a través de ellas. Lea la Palabra. Lea literatura sobre la Palabra. Ore y medite en las grandes cosas de Dios. Eso tendrá un efecto de renovación de su alma lo cual hará que su espíritu sea ahora más sensible a las cosas de arriba, además de ser más renuente a las cosas de la carne.
Pastor Dawlin Ureña
Grand Rapids, Michigan. USA
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