Los países europeos hacen como que ignoran todo el sanguinario proceso de agresiones de los países árabes contra Israel, desde nuestra cuna y hasta antes de nuestro nacimiento, para que no fuera viable. Ellos y los palestinos, a los que adiestraron y armaron, hicieron lo posible y lo imposible para que no nos pudiéramos consolidar como país.
Como a pesar de ello, con nuestro tesón, esfuerzo creador y los sacrificios nos íbamos consolidando, el mundo árabe circundante resolvió darnos el gran golpe, para reducirnos a la impotencia comercial y económica. El 15 de mayo de 1965 declaró el presidente egipcio Nasser: "Nuestro propósito es...la creación de una región árabe continua y unificada, de la que se elimine a Israel".
En mayo de 1967, con Siria y Jordania, bloquearon los estrechos de Tirán, con Egipto reuniendo 90.000 hombres, 900 tanques y aviación en el Sinaí. El 26 del mismo mes, declaró Nasser: "Los árabes quieren luchar. Esperamos el día adecuado, que nos halle completamente preparados...para iniciar una guerra total contra Israel". Y 3 días después: "La batalla será general y nuestro objetivo fundamental es la destrucción de Israel".
Como dijimos, el cierre de los estrechos de Tirán debía ser la muerte comercial y económica de Israel. ¿Por qué? Porque ahora, para exportar a e importar de Africa oriental, toda Asia y Oceanía debía atravesar el Mediterráneo y bajar el Africa occidental, con alargamiento de la navegación en muchos miles de kilómetros, enormes gastos y pérdida de tiempo. Era estrangularnos sin pelear. Interrogado el entonces ministro de Defensa, Moshé Dayan, sobre la reacción israelí, los durmió con una respuesta genial: "Para reaccionar ya es tarde y para negociar, hay tiempo", cayendo en pocos días sobre ellos, para diezmarlos.
Con el tiempo se recompusieron, hubo otra tremenda guerra, la del Día del Perdón, con enormes pérdidas, hasta que sobrevino la genialidad y valentía del presidente Anwar Sadat, quien llegó a Jerusalén con su hermoso lema de "No más guerras". Pero los demás y los palestinos siguieron con el suyo de odio, matanzas y terror, no obstante los ofrecimientos israelíes de paz, hasta que por fin se llegó a los Acuerdos de Oslo, bajo el gobierno laborista de Itzjak Rabin.
Era duro negociar con los palestinos y cuando con el gobierno también laborista, de Ehud Barak, ya se parecía estar sobre el filo de la paz misma, huyó Arafat despavorido de la mesa de las tratativas, como el lobo al bosque, para volver a una guerra terrorista desalmada. Da la impresión que hasta se le escapó de las manos y ya no la puede dominar o ya no sería él quien la dominara. El pretexto idiota y desleal fue la visita de Ariel Sharon al Monte del Templo, no siendo gobierno, ni ministro en el de Barak, con lo que no podía actuar de provocador, ni tuvo expresión o gesto en tal sentido. ¿Ignora todo esto Europa?
Los judíos tendieron la mano de paz a los árabes antes del voto de partición de las Naciones Unidas, del 29 de noviembre de 1947, que aceptamos con los brazos abiertos; después del mismo; al declarar nuestra independencia y después de ella, hallándose siempre con un rechazo categórico, para incubar e intensificar su odio contra la presencia de un Estado judío en la región. ¿Cómo pueden ignorar todo esto las naciones europeas y el desarrollo de un odio permanente contra lo judío e israelí? Es demasiado reciente todo esto como para ignorarlo o no recordarlo.
El antijudaísmo y el antisionismo en la punta de la lengua de árabes y palestinos, como manifestación de un burdo antisemitismo, ¿permiten abrazarnos como en el alba de un nuevo día, que dejara echar en el olvido tanto odio y terrorismo?
Artículo escrito por M. G., un Israelí consternado por la ignorancia inmoral europea.
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