La Masacre de los Qurayza
Para la época en que los Banu Qurayza encontraron su destino, Mahoma era rico y poderoso como resultado de su derrota de las otras dos tribus.
Los judíos de los Banu Qurayza probaron la cólera de Mahoma después de que una parte de los mismos apoyara, no con mucho entusiasmo, a los ejércitos de La Meca durante el sitio de Medina (la Batalla de la Zanja). Presumiblemente los que adoptaron esta postura estaban intentando evitar los designios que Mahoma albergaba en su contra tras haber visto lo que había hecho al resto de judíos.
Aunque posteriormente se rindieron de forma pacífica a los musulmanes, Mahoma determinó que todos los hombres de la tribu debían ser ejecutados junto con cada chico que hubiera alcanzado las primeras fases de la pubertad (entre los doce y catorce años). Hizo que se cavara una fosa en las afueras de la ciudad y que las víctimas fueran llevadas allí en varios grupos. A cada uno se lo obligó a arrodillarse para después ser decapitado y arrojado a la zanja junto con su cabeza.
Entre 700 y 900 hombres y niños fueron masacrados por los musulmanes tras haberse rendido.
Los niños supervivientes se transformaron en siervos de los musulmanes, y las viudas en esclavas sexuales de los asesinos de sus maridos. Incluida una chica judía, Reihana, que se convirtió en una de las concubinas personales de Mahoma la misma noche que su marido fue asesinado. Aparentemente el Profeta del Islam "disfrutó de sus encantos" (esto es, la violó) mientras la ejecución de su pueblo estaba teniendo lugar.
Las mujeres eran en gran medida como cualquier otra posesión obtenida en una batalla, y sus captores podían hacer con ellas cualquier cosa que les placiese. Mahoma ordenó que una quinta parte las mismas le fueran reservadas a él, muchas de las cuales se convirtieron en sus esclavas sexuales junto con sus doce esposas. A algunas las repartió entre otros como una limosna.
En un determinado momento tras una batalla, Mahoma dio instrucciones acerca de cómo debía violarse a las mujeres capturadas, explicándoles a sus hombres que no debían preocuparse por practicar el coitus interruptus dado que "Alá ha escrito quien va a ser creado".
Siguiendo a la batalla contra los Hunain, en una época posterior de la vida de Mahoma, sus hombres se mostraron reticentes a violar a las mujeres capturadas delante de sus maridos (quienes al parecer seguían vivos para ser testigos de esta abominación). Sin embargo, Alá fue al rescate otorgándole a Mahoma una oportuna "revelación" que lo permitía. (Éste es el origen de la sura 4:24 según Abu Dawud 2150).
El Origen del Imperialismo Islámico
Las tribus que rodeaban a los musulmanes comenzaron a convertirse al Islam buscando su supervivencia. Los que no lo hicieron fueron progresivamente derrotados por las armas siguiendo un patrón que se convirtió en el esquema para el establecimiento exitoso del Islam como religión mundial. Típicamente la confianza del enemigo se ganaba mediante medidas no intrusivas por las cuales los musulmanes se insertaban a sí mismos en el seno de una comunidad extranjera, profesando respeto por las tradiciones locales y sus estructuras políticas. Al comenzar a ganar poder, sin embargo, dividían las lealtades y ejercían violencia para adquirir así la supremacía local.
Las excusas para las campañas militares comenzaron a desaparecer hasta prácticamente no existir en absoluto. Mahoma explicó a sus seguidores que los musulmanes estaban destinados a dominar otros pueblos, lo que aparentemente fue la fuerza impulsora que alentó la Yijad.
La demostración más contundente de lo anterior es la conquista brutal del pueblo de Khaybar, una pacífica comunidad campesina que no estaba en guerra con los musulmanes. A pesar de lo anterior, Mahoma marchó contra ellos cogiéndolos por sorpresa y derrotándolos fácilmente. Mató a muchos de los hombres simplemente por haber defendido su ciudad y esclavizó a las mujeres y los niños.
Mahoma sospechó entonces que el tesorero de la ciudad se guardaba algo, e hizo que sus hombres torturaran bárbaramente al pobre tipo encendiendo una hoguera sobre su pecho, hasta que finalmente éste reveló la localización del tesoro escondido. Posteriormente, el Profeta del Islam lo decapitó y "se casó" con su mujer el mismo día en que ésta se había convertido en viuda (primero la obligaron a pasar por las manos de uno de sus lugartenientes). Dado que el padre de la mujer también había sido asesinado por Mahoma no es muy exagerado decir que el amor verdadero tuvo muy poco que ver con esta "boda".
Una Vida de Hedonismo y Narcisismo
La vida personal de Mahoma se convirtió en un cuadro de hedonismo y exceso, todo ello justificado por frecuentes "revelaciones".
Este hombre, que previamente había justificado a lo largo de su carrera su condición de profeta diciendo que él "no buscaba recompensa" de otros, cambió de discurso y comenzó a demandar un quinto de todo botín tomado a las tribus conquistadas. De acuerdo a sus biógrafos desarrolló una importante obesidad mientras vivía de su enorme parte de esos bienes tan mal adquiridos.
En un lapso de doce años se casó con once mujeres y se hizo con una auténtica colección de esclavas sexuales. Cuando quería una mujer, incluso aunque fuera la esposa de otro hombre, su propia nuera, o una niña de seis años, era capaz de justificar su lujuria y la consumación obligatoria con una apelación a un deseo revelado por Alá relacionado con su vida sexual -deseo que fue preservado en el Corán, a partir de entonces y para siempre, con objeto de que fuera fielmente memorizado por unas futuras generaciones para las que no tiene relevancia posible.
(Seguramente para el musulmán sincero debe de ser una fuente de vergüenza el que Alá tuviese, de forma tan evidente, más interés en la vida sexual de Mahoma que en la tolerancia. También existen muchos más versos que abogan por "combatir por la causa de Alá" que los que hablan de mostrar amor por la gente. Asimismo Alá también anima a practicar el sexo con esclavos).
Mahoma también hizo ejecutar a sus críticos, incluyendo poetas. Una de ellos fue una madre de cinco niños que fue apuñalada hasta la muerte por un sicario de Mahoma tras serle arrancado de su pecho un bebé al que amamantaba. Otros inocentes fueron asesinados simplemente porque eran de una religión diferente.
El doble rasero del Islam, que hoy resulta tan reconocible, fue sembrado por su Profeta durante su vida. Un ejemplo sería la muerte de Um Kirfa, una mujer de mediana edad que tuvo la mala suerte de ser la tía de un caudillo tribal que atacó una de las caravanas de Mahoma (de modo similar a como Mahoma asaltaba otras).
Sin darse cuenta de la evidente ironía, Mahoma no se tomó muy bien el haber sufrido lo mismo que él había estado haciendo a los no musulmanes. Hizo que las piernas de la mujer fueran atadas separadamente a un par de camellos para entonces lanzarlos en direcciones opuestas desgarrando el cuerpo de la mujer en dos. También asesinó a sus dos jóvenes hijos -presumiblemente de alguna forma horripilante.
Los musulmanes de hoy han heredado este legado de egoísmo e indiferencia para con los que están fuera de la fe. Pueden estar de acuerdo o no con los ataques terroristas contra los no musulmanes, pero están prácticamente unidos en su creencia de que las víctimas no tienen derecho a contraatacar, incluso aunque sea en defensa propia.
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