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¡Felicidades! El matrimonio es uno de los pasos más importantes que puede dar un hombre y una mujer en su vida cristiana.
Hace unos 15 años, una pareja que se especializa en relaciones matrimoniales fue a nuestra iglesia y presentó una excelente conferencia en la que usaron el ejemplo de dos personas que ambas cojean en diferentes áreas de sus vidas, y al unirse en matrimonio, caminarán mejor, pero aun así, a no ser que agreguen a Dios en el abrazo que se darán, no caminarán nunca tan recta y balanceadamente como deberían.
Los ajustes reales en el matrimonio surgen de las "cojeras" o problemas sicológicos/espirituales y emocionales profundos que todos traemos a la relación.
Hasta los más sanos psicológicamente de nosotros traemos al matrimonio un residuo de heridas y malas experiencias desde la infancia que nos han dejado marcados en diferentes maneras y en diferentes grados: la falta de autoestima, abuso, sensibilidad, complejo de inferioridad, falta de amor, impulsividad, desconfianza, inseguridad, ira, etc., etc. etc..
Con tanta gente que ahora proviene de hogares rotos y familias hechas pedazos por el enemigo, estos problemas serán aún más numerosos entre los recién casados de hoy.
Algunos consejos prácticos que se me ocurren:
1. Decida que su matrimonio va a funcionar y que pase lo que pase, no habrá divorcio.
Recuerde que según la Biblia, Dios detesta el divorcio. Es pecado y de hecho, debe ser evitado a todo costo (ver más sobre el divorcio). Por lo tanto, no importa que tan difícil las cosas se pongan, ninguno de los dos se echará para atrás. Lo resolverán. Harán todo lo posible para resolver sus problemas.
2. No tengan hijos hasta que estén más o menos estables ustedes dos.
Los primeros años de matrimonio son bastante difíciles en sí sin introducir la variable que agregan los hijos a la fórmula, ya complicadísima. Una vez que llegan los niños, la atención de la esposa es necesariamente desviada y tensiones enormes le sobrevienen ambos. Ambos se deben poner de acuerdo si es que deciden esperar, y las cosas probablemente serán mucho más fáciles. Sin embargo, no esperen demasiado, ya que tener hijos es como muchas otras cosas en la vida: uno nunca está 100% listo para tenerlos… sé que suena chistoso, pero así es!
3. Enfréntense a los problemas con honestidad. 
Tratar los problemas y retos obligatorios que la vida les lanzará una vez estén casados mediante la comunicación abierta y honesta, es el medio necesario por el cual los problemas se resuelven y ustedes se convierten en uno.
Muchos creen que con el fin de evitar el dolor, es más fácil poner las cosas debajo de la alfombra y tratar de olvidarse de ellas, pero entonces los problemas no se resuelven y la amargura y el resentimiento pueden secretamente comenzar a crecer hasta que el matrimonio se envenena. Así que la olla de presión almacena todo ese resentimiento, y el día menos esperado, por un problema aparentemente sencillo, comienza la Tercera Guerra Mundial!
4. Si hay problemas, busquen consejería matrimonial en su iglesia.
Un consejero cristiano y competente puede ser que vea las cosas en ustedes que ustedes simplemente no ven y que no se dan cuenta que poseen. Un consejero puede ayudarles como pareja a adoptar estrategias para la construir su relación, resolver los problemas y tratar con sus hijos.
5. No descuide la intimidad en su relación.
Esposas: Deben darse cuenta de cuál es para su marido la necesidad #1 en el matrimonio: ¡El sexo! ¡Sin sexo frecuente y apasionado usted no tendrá a un esposo feliz.
Lamentablemente, la forma en la que Dios creó a ambos sexos, pareciera que el hombre es de Venus y la mujer de Marte, pero la mujer sabia, sabe mantener a su marido "vacío", o sea, satisfecho sexualmente.
Nunca use su cuerpo como una arma para "hacer pagar a su marido" por algo que a usted le gustaría que él haga o que se comporte de cierta forma, ya que al hacerlo, usted misma le está clavando un puñal a su matrimonio.
Maridos: Hermanos, es necesario recordar que lo que ustedes están pidiendo a su esposa que haga es que le permita tener relaciones sexuales con ella: le está pidiendo que le permitan, literalmente, entrar en su cuerpo. Es difícil imaginar un acto que muestre más la vulnerabilidad y entrega que ese. Por lo tanto, es necesario hacer todo lo posible para construir una relación de intimidad y confianza que le permita ceder felizmente. Entonces, ¿cómo se hace eso? ¿Romance? Claro, pero aquí nos encontramos con otra gran desconexión.
Cuando yo le dedico tiempo de calidad a mi esposa, la escucho, la cuido, la protejo, proveo para ella, le doy mi atención… ella me da de sobra el sexo que necesito. ¡Nunca olviden eso!
Podría incluir varias otras sugerencias prácticas, pero creo que si aplican esas 5, comenzarán bien y Dios irá rellenando los espacios y sanando las heridas que ambos trajeron al matrimonio.
Para más sobre el matrimonio, visitar esta sección de ADF...
Pastor Dawlin A. Ureña
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