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Pastor Ureña, ¿Qué ocurrió para que ocurriera una Edad de Hielo?
Para que ocurriera una Edad de Hielo, donde el hielo se acumula sobre la Tierra, los océanos necesitan estar calientes en las latitudes media y alta, y las masas terrestres necesitan estar frías, especialmente en el verano.
Los océanos calientes evaporan mucha agua, la cual se dispersa sobre la Tierra. Estando los continentes fríos, el agua se precipita como nieve en lugar de lluvia, y ésta no se derrite durante el verano. Por lo tanto, el hielo se acumula rápidamente.
Los escenarios evolucionistas, lentos y graduales en que se supone ocurrió todo lo que hay,intentan explicar la Edad de Hielo, pero sus tesis no funcionan.
Las teorías de edades de millones de años implican un enfriamiento lento de la Tierra; pero eso no generaría la Edad de Hielo. Si los océanos se enfriaron gradualmente, junto con la Tierra, para el momento en que todo estuviera suficientemente frío para que la nieve no se derritiera en el verano, la evaporación de los océanos sería insuficiente para producir suficiente nieve para generar las grandes capas de hielo... Eso, mis queridos lectores, nunca se lo dirán en una sala de clases, aunque sus maestros saben que tenemos razón.
Si lo que propone la evolución gradual hubiera sucedido, ello resultaría un desierto congelado, no una glaciación.
Sin embargo, el Diluvio de los tiempos de Noé, descrito en la Biblia, provee un mecanismo simple para una glaciación: Esperaríamos que los océanos estuvieran calientes al final de este cataclismo, debido a la adición de agua subterránea caliente al océano pre-diluviano y la energía calorífica liberada a través de la actividad volcánica.
Dos científicos, Oard y Vardiman (L. Vardiman, Ice Cores and the age of the Earth (Núcleos de Hielo y la Edad de la Tierra), Monografía Técnica, 1993), muestran evidencia de que las aguas oceánicas eran de hecho más calientes justo antes de la glaciación, como está registrado por los isótopos de oxígeno en las conchas de pequeños animales marinos llamados foraminíferos.
Grandes cantidades de polvo volcánico y aerosoles de erupciones volcánicas residuales al final y después del Diluvio habrían reflejado la radiación solar de nuevo hacia el espacio, causando temperaturas bajas sobre la Tierra, y especialmente, haciendo los veranos más fríos.
El polvo y los aerosoles se precipitarían lentamente de la atmósfera, pero un volcanismo continuo después del Diluvio habría vuelto a llenar la atmósfera años después de este cataclismo. En apoyo a esto, hay evidencia de un volcanismo continuo muy esparcido en las cantidades grandes de rocas entre los sedimentos del así llamado Pleistoceno, que probablemente se formaron rápidamente después del Diluvio.
Vardiman ha mostrado, usando el conocimiento estándar sobre circulación atmosférica, que los océanos calientes después del Diluvio, y los grandes rangos de enfriamiento en los polos, habrían llevado a una convección atmosférica extrema.
Esto habría creado un sistema enorme de tormentas polares parecidas a huracanes que habría cubierto una gran porción del Ártico. Esto, sugiere él, pudo haber funcionado durante la mayor parte del periodo de 500 años hasta el clímax glacial.
Patrones de circulación tales habrían enviado grandes cantidades de nieve hacia las latitudes más altas que rápidamente se habrían convertido en capas de hielo, esparciéndose primero sobre los continentes, y luego sobre los océanos a medida que el agua se enfriaba hacia el final del periodo glacial.
Si usted lee lo que propone el paradigma evolutivo para justificar la ocurrencia de la Edad de Hielo, verá que existen grandes deficiencias científicas en su modelo. Sólo lo que sucedió realmente puede explicar lo que la evidencia muestra.
El Edad de Hielo fue el resultado directo del Diluvio de los tiempos de Noé.
Pastor Dawlin A. Ureña
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