Dios le bendiga, amada hermana.
Mire, hay que admitirlo, porque si yo mismo no lo admitiera, fuera un hipócrita. Yo he jugado videojuegos. Muchos de ellos son entretenidos, agradables y si se saben buscar bien, muchos de ellos hasta son beneficiosos para nuestros hijos de muchas maneras.
Cuando tuve a mi hija menor ya la industria de los videojuegos había desarrollado un poco. Recuerdo que le compramos uno que la enseñaba aritmética y era divertidísimo. También había otro que hacía que su imaginación y capacidad creativa volaran y se desarrollaran.
Mikaela, la mayor, de hecho aprendió a escribir en el teclado… ¡con un videojuego!
Repito, si se saben escoger, los videojuegos educan, ofrecen espacio para la creatividad y ofrecen interacción social saludable, pero al mismo tiempo, los excesos son peligrosos, y aunque se trate del juego más inofensivo, ¡cuidadito!, porque de repente, usted está criando a un adicto a los juegos justo delante de sus narices, que luego podría desarrollar tendencias compulsivas: casinos, cartas, violencia, bullying, agresividad, desamor, irrespeto, desconexión con la vida real, pornografía, etc.
Muchos de nosotros no nos criamos con esta tecnología emergente y por eso a veces nos resulta difícil identificar que muchos juegos son violentos, racistas, antagonistas a los valores cristianos, etc.
Si algo recuerda de este artículo es lo siguiente: Puede ser difícil identificar el exceso sobre el entusiasmo, pero es su responsabilidad hacerlo.
¿Es una hora al día aceptable? ¿Dos? ¿Se acuesta usted y deja a su hijo jugando Dios sabe qué a altas horas de la noche? ¿Cómo es posible eso? ¿Cuán irresponsable hay que ser?
Un estudio reciente afirma que en Estados Unidos, los chicos jugaron videojuegos entre dos y doce horas al día en un 55% de los chicos y el 20% de las niñas en 2013. ¿Cómo es posible que una persona adulta que alega ser madre o padre permita que su hijo/a juegue por 5 ó 6 o hasta más horas al día? ¿Cómo?
Pastor, ¿Y si mi hijo/a es ya un adolescente? ¿Cuánto tiempo es justo?
Aunque esta estadística les levante los pelitos a algunos de los más anticuados pero responsables de nuestros lectores, se encontró que el 17% de los adolescentes juega más de 30 horas de los juegos a la semana.
¿Sabía usted que si se le exigiera que de esas 30 horas su hijo o hija leyera un libro, hiciera tareas o socializara con los demás miembros de la familia por sólo 15… cosas maravillosas sucederían?
Los expertos sostienen que más de cuatro horas al día sin interrupción frente a un X-Box o a cualquier otra pantalla, jugando un juego, es excesivo - y algunos hasta sostienen que es nocivo para el desarrollo espiritual, social y educativo de los chicos y chicas. Hermanos… ¡Hay un montón de investigaciones sobre esto!
¿Cómo saber si mi hijo está cayendo en un foso adictivo?
Los estudios varios que consulté para la preparación de este artículo indican que hay algunas banderas rojas tales como:
- Un cambio del lenguaje en los jóvenes. Eso puede ayudar a los padres a identificar la existencia de adicción. Lenguaje violento, soez, etc.
- Jugar todos los días, dedicando largos periodos de tiempo y negándose hasta a asearse o a participar en las comidas familiares en pos de continuar frente a la pantalla
- Sacrificar otras actividades, dejando de lado las tareas escolares y hasta a compartir con sus amigos
- No darle importancia a actividades deportivas típicas de otros chicos de su edad
- Estar malhumorado y ausente en las actividades como cumpleaños, bautismos, iglesia, picnics familiares, etc.
- Constante insistencia en que es hora de regresar a casa cuando el joven se ve alejado del juego
- Insistencia obsesiva en que los padres gasten una fortuna actualizando o hasta cambiando la computadora a una más rápida y moderna o comprando la última versión de las cajas de juegos
- Negativa a asistir a las salidas familiares (visitas a otros familiares, amigos, al cine, etc.)
Amada hermana, si su chico muestra tres, cuatro o más de estos síntomas, usted puede comenzar a mostrar preocupación y existe la necesidad de intervención.
Pastor Ureña, ¿Entonces usted se opone a que mis hijos jueguen videojuegos?
No, pero los juegos deben ser jugados como parte de un estilo de vida sano y equilibrado, como todo en la vida. Jugar más de 45 a 60 minutos al día es desbalanceado. ¡No importa cuán inofensivo parezca al juego!
Hay chicos de esta generación que han pasado más tiempo jugando en una realidad virtual que hablando con sus hermanos, con sus padres y con sus amigos combinados. ¿No es eso triste?
Pastor, creo que he perdido el control. ¿Qué puedo hacer?
El uso de los controles parentales para restringir el acceso a determinados juegos con calificación PEGI es un buen conductor para la conversación y el acuerdo sobre hábitos de juego apropiados en una familia.
Recuerdo que también hay características de hardware como temporizadores que les permiten a los padres de familia programar el Xbox para que se detenga después de una cantidad predeterminada de tiempo en pantalla todos los días.
Obligue a sus hijos a soltar el control y a tomar un libro. ¿Quién tiene los pantalones en su casa? ¿A quién le exige el gobierno que alimente, cuide y guarde a sus hijos? ¡A usted! Pues hágalo, porque Dios le exige lo mismo.
"Pero si alguno no provee (seguridad, alimentación, buenas costumbres, temor por Dios, hábitos de oración, lectura de la Palabra, salud, etc.) para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo." (Paréntesis mío Dr. DAU). 1 Tim. 5:8
Dawlin A. Ureña, PhD.
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