En un mundo caído con sistemas económicos y sociales que el hombre ha creado, la esclavitud fue un sistema que Dios permitió, pero que nunca le ha placido. Dios lo ha permitido y ha buscado la forma de tratar con la humanidad aún en condiciones poco deseables. La Biblia es clara cuando especifica que Dios no quiere que nadie se pierda y que todos procedan a arrepentimiento... ¿Pero obligará Dios al hombre arrepentirse? ¿Obligará Dios al hombre a no comprar o vender esclavos?
Los mismos que hoy se quejan de que Dios permitió la esclavitud, si Dios nos obligara a hacer cosas, fueran los mismos que estuvieran en las esquinas haciendo piquetes y protestas por tener libertad de hacer lo que les venga en gana.
En tiempos bíblicos, los esclavos eran sirvientes en las casas, en vez de un caballo de producción como algunos casos de esclavitud que conocemos en la historia. Los esclavos podían ser cautivos de guerra (Números 31:25-47), sujetos de deudas y que con su trabajo debían pagar lo que debían (2 Reyes 4:1), nacidos en la esclavitud (Génesis 17:12-13), o una persona se podía convertir en esclavo voluntariamente (Éxodo 21:5-6).
¡Se daban casos hasta de esclavos que podían tener esclavos!. Otros esclavos podían ser negociantes y en Éxodo 25:2 a un esclavo se le liberaba después de haber servido por 6 años a su amo.
Aunque la esclavitud en el mundo moderno conlleva connotaciones negativas y ofensivas, en el pasado tanto negros como blancos eran sujetos de caer en la esclavitud por parte de la nación triunfante o que conquistara el territorio donde se encontrara dicha nación.
Dios ha permitido la esclavitud como ha permitido muchas otras cosas en el sistema social que el hombre ha creado. ¿Significa eso que Dios está de acuerdo? ¡Por supuesto que no! Pero las buenas noticias consisten en que aunque hagamos cosas inapropiadas, Dios proporcionó la salvación a través del sacrificio de su Hijo tanto para blancos como para negros; para libres y para esclavos; para hombres y mujeres; para rusos y para hondureños; ¡para todo aquel que en Él crea!
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