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    J - L

    Jesús
         Jesús es la persona de mayor influencia en la historia humana. Mucho se ha escrito de El, pero la fuente de información primaria y más confiable es la sagrada Escritura. Según los datos de los Evangelios, nació en Belén de Judea. La fecha probable es entre el año 7 y el 4 a.C., ya que ocurrió antes de la muerte de Herodes el grande. Creció en Nazaret de Galilea. Cuando tenía alrededor de 30 años (Luc 3:1) fue bautizado por Juan el Bautista. Llamó a doce discípulos y durante algo más de tres años predicó la venida del Reino de Dios, realizando muchos milagros que demostraban que El era quien decía ser, el Mesías o Ungido de Dios. Traicionado por uno de sus discípulos, fue acusado falsamente de blasfemia y crucificado durante el tiempo que Poncio Pilatos era procurador de Judea. Resucitó al tercer día, y se
    presentó a Sus discipulos, instruyéndoles por 40 días sobre el reino de Dios y las Escrituras, y encomendándoles predicar el Evangelio por toda la tierra. Luego de esto, ascendió a los cielos, desde donde ha de volver para juzgar a vivos y a muertos (Mat 28:16-20; Hech 1:1-11).
         La Biblia trata de Jesús (Luc. 24:27,44; Juan 5:39; Heb. 10:7). Los profetas profetizaron acerca de El (Hech. 10:43). Juan el Bautista dio testimonio de El (Juan 1:26). El Padre dio testimonio de El (Juan 5:37, 8:18). El Espíritu Santo dio testimonio de El (Juan 15:26). Las obras que Jesús realizó dieron testimonio de El (Juan 5:36, 10:25). Las multitudes dieron testimonio de El (Juan 12:17). Sus discípulos dieron testimonio de El (Hech. 5: 31; Apoc. 1:2).Y, finalmente, Jesús dio testimonio de Sí mismo (Juan 14:6, 18:6).
         Jesús es Dios en la carne (Juan 1:1, 14). El es plenamente Dios y plenamente hombre (Col. 2:9); por tanto, tiene dos naturalezas: la de Dios y la de hombre. No es mitad Dios y mitad hombre. Jesús es 100 % Dios y 100 % hombre. Nunca perdió Su divinidad. Existió siempre en forma de Dios y, cuando se hizo hombre, añadió a Sí la naturaleza humana.      (Fil. 2:5-11). Por tanto, en Jesucristo se halla la "unión en una persona de una plena naturaleza humana y una plena naturaleza divina"      Ahora mismo en el cielo hay un hombre, Jes{us, que es el Mediador entre Dios el Padre y nosotros (1 Tim. 2:5). El es nuestro Abogado ante el Padre (1 Juan 2:1). El es nuestro Salvador (Tito 2:13). El es nuestro Señor (Rom. 10:9-10). Jesús no es, como enseñan ciertas sectas, un ángel que se tornó humano (Testigos de Jehová), o el hermano bueno de Satanás (Mormonismo). Es completamente Dios y completamente hombre, el Creador, el Redentor. El es Jesús, el Cristo de Dios.

    Juicio
         La palabra juicio (griego krima) se refiere al acto de evaluar las acciones de alguien; por extensión se refiere asimismo al castigo o condena resultante de dicho acto. Existen varios juicios mencionados en el N.T.: El juicio de los pecados del creyente (Juan 5:24), el juicio de la persona del creyente (1 Cor. 11:31,32), el juicio de las obras del creyente (2 Cor. 5:10), el juicio de las naciones (Mat. 25:31-46), y el juicio universal (Apoc. 20:11-15). Probablemente estos dos últimos sean un mismo juicio.
         No hay juicio para el cristiano con respecto a su salvación (Rom. 8:1). Fuimos juzgados en Cristo, en la cruz, hace casi 20000 años. Sin embargo, como cristianos seremos juzgados según nuestras obras (1 Cor 3: 10-15; 2 Cor. 5:10), muy posiblemente con grados variables de recompensa. Sin embargo, cabe reiterar que este juicio de nuestras obras no afecta el hecho ya consumado de nuestra salvación.

    Juicio ante el Gran Trono Blanco
         Este juicio es predominantemente para los perdidos o aquellos que no buscaron perdón de sus pecados. También se cree que este será un juicio mucho más duro que el Juicio ante el Tribunal de Cristo. Será aquí donde todos aquellos cuyos nombres no se encuentran escritos en el Libro de la Vida serán lanzados en el lago de fuego. Ver Apocalipsis 20:11-15.

    Juicio ante el Tribunal de Cristo
         Inmediatamente a continuación del Rapto de la Iglesia, los raptados recibiremos premios y coronas conforme a lo que hayamos hecho en tierra, sea bueno o malo. El Juicio ante el Tribunal de Cristo es sólo para los creyentes raptados. Ver 2 Corintios 5:10, Romanos 14:10-12 y Apocalipsis 11:15-18.
    Justificar, Justificación
        Ser justificado es ser hecho o considerado justo. Desde el punto de vista teológico, es un acto divino, por el cual Dios declara al pecador inocente de sus pecados; no que lo sea ahora, sino que es "declarado" o considerado como inocente. Esta justificación no es, sin embargo, arbitraria, ya que se basa en el sacrificio de Jesús, en su sangre derramada: "...siendo ahora justificados por Su sangre..." (Rom. 5:9). Cuando Dios ve al cristiano, lo observa a través del sacrificio de Cristo y lo "ve" como si no tuviese pecado. Esta declaración de inocencia no es gratuita, ya que exige la satisfacción completa de la Ley de Dios: "...sin derramamiento de sangre no hay remisión" (Heb. 9:22). Por el sacrificio de Jesús, "por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida" (Rom. 5:18). En la justificación la justicia de Dios cae sobre Sí mismo, sobre Jesús, que de este modo ganó a la iglesia "por su propia sangre" (Hech. 20:28). Así podemos recibir misericordia y no ser condenados por nuestros propios pecados. También la gracia de Dios es derramada sobre nosotros: recibimos vida eterna. Esta justificación es un don de la gracia (Rom. 3:24), por fe (Rom. 3:28) debido a que Jesús cargó con nuestras culpas (Isa. 53:12).

    Justo, Justicia
         La justicia consiste en hacer lo correcto, y en un contexto legal en dar las debidas recompensas o castigos. Es justo, pues, que cada uno reciba lo que merece. Dios es misericordioso, pero también es justo (Deut. 32:4, recto) y debe castigar el pecado. Merced a la gracia de Dios, la justicia cayó sobre Su Hijo, de modo que la misercordia nos beneficiase a nosotros, los que creemos en Cristo; véase Imputación. Vea también Prov. 8:15; Gén. 18:19; Heb. 10:38).

    Kenosis
         La palabra kenosis corresponde a un término griego que significa "vaciamiento". Es una enseñanza concerniente a la encarnación de Jesús que intenta resolver algunas paradojas que se plantean por la existencia de las naturalezas divina y humana en Jesús. Por ejemplo, "cómo puede un Dios omnisciente tornarse un bebé? O "cómo puede Dios ser tentado a pecar? Según la enseñanza de la kenosis, cuando Dios se encarnó se privó voluntariamente a Sí mismo de algunos de Sus atributos divinos, se "vació" de ellos (de aquí el nombre). En cierto sentido, pretende resolver el problema enseñando que en la encarnación, tenemos a "Dios menos algo", privándose de algunos atributos para poder llegar a ser un hombre; por otra parte, la doctrina ortodoxa de la Unión hipostatica enseña que allpí tenemos a "Dios más algo", es decir, añadiendo una naturaleza humana sin quitarse nada de la divina. La kenosis , pues, rebaja el hecho de la verdadera encarnación al arrojar dudas sobre la completa presencia de la plenitud de Dios habitando en la persona de Jesús, en medio de los hombres. Compare con Unión hipostática.

    Lago de Fuego
         El lago de fuego es la morada final para todos el perdido, el Diablo y todos su seguidores. Todos los que sean condenados a este infierno ardiente sufrirán un indescriptible tormento por la eternidad. El Lago de Fuego y el Infierno no son el mismo lugar, el infierno es un lugar preliminar, donde se encontraba el rico en la historia de Lázaro y el rico. El Lago de Fuego se abrirá solamente como morada final para todos los enemigos de Dios.
    Ley
         La Ley es el conjunto de instrucciones de Dios concernientes al correcto comportamiento moral, social y religioso de Su pueblo, que se encuentra en los primeros cinco libros de la Biblia (la "Ley de Moisés" o Pentateuco). La Ley es la reflexión misma de la naturaleza de Dios, porque en ella Dios habla de la abundancia de Su corazón. Por tanto, ya que Dios es puro, la Ley lo es; como Dios es santo, la Ley es santa. Consiste en los Diez mandamientos (Exo. 20), reglas para la vida social (por ejemplo, Exo- 21:1-23:33) y para la adoración a Dios (por ejemplo, Exo. 25:1- 31:8). Por medio de la entrega de la Ley, expresión de la voluntad de Dios, se sancionó un Pacto de obras entre Dios y el hombre. A pesar de su perfección, la Ley era ?y es- incapaz de salvar y otorgarnos eterna comunión con Dios por la incapacidad del hombre para cumplirla. La Ley es un amo difícil, pues requiere que mantengamos normas perfectas de conducta moral. Cuando fallamos ?lo cual es inevitable- la Ley produce condenación. Para ser reo de esta condena de muerte basta con que no cumplamos uno solo de sus preceptos: "porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofenda en un punto, se hace culpable de todos" (Sant. 2:10).
         Por esta razón, la Ley no perfeccionó nada (Heb. 7:19). Ha sido sólo un guía para mostrarnos nuestra necesidad de gracia, que hallamos en Jesús y el regalo gratuito de la salvación que recibimos a través de El (Gál. 3:24).

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