EL PRESIDENTE: Bueno, gracias, Nellie. Quiero agradecerle muchísimo por incluirme en la celebración de la vida. Quiero darles las gracias a las buenas personas allá en el Mall hoy. Los llamo desde St. Louis, Missouri. Sé que hay allá ciertas personas de Missouri y, como muchos otros, han hecho grandes sacrificios para venir hoy a Washington. Muchos de ustedes han viajado en autobuses toda la noche y sé que están contendiendo con el frío. Y admiro su perseverancia y admiro su devoción a la causa de la vida.
Están hoy todos reunidos en el National Mall, el cual no está lejos del monumento a Thomas Jefferson quien, como todos ustedes saben, es el autor de la Declaración de la Independencia. Y la March for Life (Marcha a Favor de la Vida) respalda la verdad evidente de esa Declaración... que todos son creados iguales, dados derechos inalienables a la vida y la libertad y la búsqueda de la felicidad. Y ese principio de los Estados Unidos necesita de defensores en todo lugar y en toda generación.
Durante nuestra época, el respeto por el derecho a la vida requiere que defendamos a los enfermos y a los moribundos, a las personas con discapacidades y defectos congénitos, y a todos los que son débiles y vulnerables. Y esta verdad evidente requiere que valoremos y protejamos las vidas de los niños inocentes que aguardan nacer. (Aplausos.)
Ustedes y yo compartimos un compromiso a forjar una cultura de vida en los Estados Unidos y estamos alcanzando logros. Como el Presidente, he promulgado la Born Alive Infants (Infantes nacidos vivos).
Protection Act (Ley de Protección de los Bebés Nacidos Vivos), me he opuesto a la destrucción de embriones para las investigaciones sobre la célula madre y he rehusado gastar el dinero de los contribuyentes en programas internacionales que promueven el aborto en el extranjero. (Aplausos.)
SR(T)A. GRAY: Gracias.