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cuando algo GRANDE suceda!


¿Por qué es inaceptable que exista un Dios para los liberales?

Ayer sucedió algo que jamás había experimentado en mi vida. Bueno, tal vez había sucedido muchas veces conmigo mismo o con otras personas a mi alrededor, pero no fue hasta ayer cuando de repente algo golpeó mi cabeza y desperté ante una realidad que no había notado antes.

El hecho es que la doctora Solfía vino a visitarme a mi casa. Pasó toda la tarde conmigo y mi familia. La pasamos muy bien.

Sofía y yo nos criamos en el mismo barrio. Fuimos a la escuela juntos y por varios años compartimos muchos momentos memorables juntos. Jugamos juntos, comimos juntos, reímos juntos, disfrutamos juntos de esa vida que después que uno crece y los afanes le agobian, se extraña tanto.

A eso del séptimo u octavo curso, mis padres me cambiaron de escuela y para comenzar mis estudios técnicos, tuve que cambiarme de ciudad. Luego me enteré de que los padres de Sofía habían emigrado a España y nunca más supe de ella. Eventualmente yo también emigré y mi fui a residir en Estados Unidos. Allá me casé, tuve mis hijos y siempre que me sentaba y recordaba los años de mi infancia, junto a todas esas memorias bellas, recordaba a mi amiga Sofía.

Pero ahora que regresé a mi país y me he establecido aquí, hace poco supe que Sofía había venido a visitar el país. Un amigo de la infancia en común nos puso en contacto y ayer, después de tantos años, nos reunimos. ¡Cuánto habíamos cambiado! Ahora ella tenía 42 años y yo 43. Ella se había casado dos veces y tenía 3 hijos ya adolescentes. Yo también me había casado y tenía varios hijos y vivía feliz con el amor de mi vida, Rosemary.

Cuando sentí su coche que llegaba al portón de nuestra casa salí emocionado a verla y les confieso que esa jovencita que yo recordaba había cambiado mucho. Ella, más tarde, también confesó que al verme, a penas me reconoció. ¡No la culpo! Ahora me voy poniendo calvo, tengo una pequeña barriga (¡mi esposa dice que es monstruosa!) y como nos sucede a todos, los años han hecho estragos.

Por su parte, Sofía ahora era toda una doctora, con una práctica exitosa en España y se encontraba en unas vacaciones de 15 días en el país. ¡Qué bueno que nos pudimos ver!

Nos saludamos, le presenté a los demás miembros de mi familia y con gran emoción la recibí en mi casa.

Una vez relajados, le pregunté si quería que le diera un "tour" de mi casa y encantada aceptó.

Tengo una casa grande, con 9 habitaciones, 4 salas, 4 baños, un jardín muy bonito, etc., etc., etc.. Pero al final de mi presentación, algo increíble sucedió. Cuando le dije a Sofía que un buen amigo que es ingeniero me había construido la casa en el año 1997, dos años después que me fui a Estados Unidos, Sofía me miró sorprendida y me dijo: "Dawlin, estás equivocado. Esta casa no pudo haber sido construida por nadie. Esta casa simplemente sucedió."

Miré a mi amiga de infancia y en un instante, miles de temores y pensamientos locos me llegaron a la cabeza. Rápidamente recordé todo lo que mis amigos me habían dicho de Sofía. Que se había casado, que se había divorciado, que se había casado de nuevo, que era una doctora muy buena, que vivía en Madrid, que su mamá había muerto en el 2003, etc. Pero todos mis pensamientos estaban buscando un pretexto para tratar de entender de dónde venía una declaración tan alocada como la que mi amiga había hecho.

Entonces la tomé de la mano, la dirigí al jardín a uno de los lados de la casa y desde un ángulo desde el cual ella pudiera ver la casa más o menos completa, volví a preguntarle: "Sofía, me quieres decir que esa casa, de varios pisos, con todas esas lindas e impresionantes formas... simplemente apareció...?" Y para sorpresa mía, volvió a decirme que sí, que ella estaba convencida de que ni mi casa ni la casa de mi vecino, que también es muy bonita, pudo haber sido construida o diseñada por nadie, porque en el mundo, las cosas simplemente llegan a suceder. "Todo en la historia de la existencia ha sucedido al azar", concluyó.

Pues aprovechando que estábamos en el jardín, tomé una rosa preciosa en la mano y le dije: "Doctora, amiga mía de tantos años... ¿No tuvo un diseñador esta rosa tampoco?" Y con una seguridad pasmosa mi amiga me dijo: "Por supuesto que no. En el universo, todo lo que hay, simplemente, un día, sucedió. Así por así." En ese momento me di cuenta de que mi amiga simplemente se había vuelto loca, pero no. Me había equivocado. El problema era que Sofía era "Atea".

Bueno, a estas alturas, usted deberá saber que todo lo que ha leído (especialmente lo de la casa de la foto) no ha sido más que un invento mío para ilustrar algo. ¿Verdad?

Pues no debe sorprenderle que esa sea la misma actitud del ateo que usted encuentra en la escuela, en la librería o en la parada del autobús.

Un ateo es una persona que ha abandonado toda lógica y toda razón; ha aceptado que todo lo que hay en el universo simplemente apareció y para él es más que evidente que nada ha tenido un Diseñador.

Una flor, un pez, un bebé, una luna, una bella casa... nada pudo tener un Diseñador, porque para él, el caos explica más convincentemente lo que existe que un Creador.


Para Sofía, tanto el bebé como la flor, eran fruto de cualquier cosa, menos de un Diseñador! ¡Eso ni pensarlo!


Pastor Dawlin A. Ureña. PhD
Cambita, S.C., República Dominicana

Perspectiva Bíblica y Profética


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