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  • Amor perdido. Bebé abortado

     

    “¿Qué me pasó?”, se preguntó Lupita cuando estaba almorzando. Acababa de salir de la oficina del doctor, ese día de agosto, donde ella había abortado espontáneamente su bebé, después de diez semanas y media de embarazo.

    La enfermera y el doctor habían sido muy profesionales, sin ninguna emoción. “Se comportaron como si abortar era normal”, dijo Lupita. “La enfermera me dio unos formularios para registrar mi salida. Se comportaron como si esto hubiese sido sólo una masa de tejidos. Ni siquiera llegué a ver al bebé”. Lupita trató de ser también “normal”.

    “Médicamente, se suponía que yo estaba bien, y eso es todo lo que contaba para ellos”, afirmó Lupita. Pero, la realidad de lo que había pasado, pronto le afectó. Todas las esperanzas y sueños que tenía para ese hijo, que habría sido el cuarto, murieron con el bebé. “Por dos meses traté de continuar con mi vida”, dijo Lupita. “Ninguno de nuestros amigos y familiares le dio importancia a esta pérdida. Dijeron: ‘Da gracias por los hijos que ya tienes’”. “Es como si la vida no valiera nada. Pero, esta pérdida es significativa. Las cosas nunca van a ser iguales”.

    Lupita y su esposo Daniel desafiaron a Dios para que les mostrara cómo Romanos 8:28: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito“, se podría aplicar a su pérdida.

    Daniel compró un anillo con una piedra semipreciosa en forma de corazón rodeada de tres diamantes. Grabado en el anillo decía: “En memoria de Julia”.

    Lupita encontró también un grupo de apoyo en el hospital local del área de Dallas, que ofrece “ayuda a las madres, en vez de dejarlas sin esperanzas”, dijo ella. Esto les inspiró a Daniel y a Lupita a crear un ministerio para las familias que han perdido un bebé debido a un aborto espontáneo o inducido. Ambos fundaron un ministerio que ofrece recursos y consejos para las familias que han sufrido este tipo de pérdida.

    Ahora Lupita escribe: “Los sentimientos profundos que usted experimenta, el insondable dolor que le agobia son válidos y reales. Yo sé por mi propia experiencia que llorar la pérdida de un bebé, que no tuvo la oportunidad de nacer, puede ser un sufrimiento solitario. Para la mayoría de las personas, no es fácil entender el dolor de la pérdida que usted ha tenido, porque ellas no la han experimentado”.

    Autor: Tom Neven

    La realidad es que aunque los que sostienen el aborto en realidad andan buscando consuelo o tratan de justificar en el error ya cometido, las cicatrices dejadas por un aborto, inducido o no, son para siempre.

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